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Sábado, 06 de Abril de 2013 12:58

Los moriscos españoles protagonizaron la sesión de Diálogos con la Cultura

GC
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Santiago Otero ( izq) y Enrique Soria Santiago Otero ( izq) y Enrique Soria GC/JDTC

Enrique Soria, catedrático de Historia Moderna de la UCO, y Santiago Otero, contratado postdoctoral del Grupo de Investigación Interdisciplinar Historia de la Provincia de Córdoba, dialogaron ayer viernes sobre "Los moriscos en España, ¿problema sociocultural o ficción?" en la nueva sesión de los Diálogos con la Cultura de la Facultad de Filosofía y Letras.



Enrique Soria es director de dos proyectos de investigación a nivel nacional centrados en la minoría morisca y autor, entre otros trabajos, de una monografía que se publicará en los próximos meses titulada “Los últimos moriscos. Pervivencias de la población de origen islámico en el reino de Granada (siglos XVII-XVIII)”. Enrique Soria presentó al ponente destacando "su área de especialización en la comunidad morisca en Castilla en la Edad Moderna". El Catedrático de Historia Moderna subrayó "la necesidad de seguir profundizando en el laboratorio de los historiadores, esto es, en los múltiples, diversos y muy ricos archivos locales, regionales y nacionales de los que goza España como único método para avanzar en el conocimiento de la Historia de las minorías sociales en el conjunto de la Monarquía Hispánica”. De hecho, "los frutos de la investigación de Santiago Otero han propiciado interesantes descubrimientos acerca de la comunidad morisca, algunos de ellos tan importantes como la permanencia de población islámica en la Península Ibérica mucho después de la expulsión decretada por Felipe III en 1609”.

Santiago Otero comenzó su intervención incidiendo en la idea de “trabajar denodadamente en los archivos históricos, ya que sólo así podremos darnos cuenta de las falacias que aún siguen copando cierta parte de la historiografía tradicional que se ha ocupado del estudio de la comunidad morisca durante la Edad Moderna”. Para ello es necesario, añadió, “iniciar arduas labores metodológicas de reconstrucción social y genealógica de una sociedad en permanente cambio y transformación a pesar de la teórica inmutabilidad del sistema del Antiguo Régimen”. Remarcó "el interesante dualismo existente entre el discurso socio-político y la realidad que muestran los documentos históricos en cuanto a las relaciones entre la minoría morisca y la sociedad cristiano vieja durante la etapa castellana (1570-1609)".

Sin negar los evidentes síntomas de fricción entre ambas etnias, traducidos en minoritarios capítulos de violencia, "especialmente durante la primera década de convivencia (1570-1580)", el doctor Otero constató "las contradicciones que marcaron la política tanto de la Corona como de la Iglesia Católica en relación a la minoría cristiano nueva, desde el pronto incumplimiento de las Capitulaciones de Santa Fe, la diferenciación entre los mudéjares del reino de Granada y los de Valencia y Aragón, las garantías para su integración rotas con continuos ataques a sus particularidades socio-costumbristas, la represión inquisitorial a pesar de las promesas de contención para lograr su asimilación, o la afirmación de que jamás se les expulsaría aún cuando en las Cortes de Lisboa de 1582 ya se aprobó su expulsión, proyecto que Felipe II no pudo materializar aunque sí su hijo dos décadas más tarde, por citar tan sólo algunas".

Señaló el joven historiador que, "a pesar de todo, la interacción entre los moriscos y los cristianos viejos fue cotidianamente activa, especialmente desde el punto de vista económico, debido en buena medida al buen hacer de los moriscos en determinados oficios, a su especialización en los cultivos de regadío y en otros muchos”. Pero también desde el punto de vista social, y para ello puso un ejemplo local como “el contrato anual que las autoridades municipales firmaban con algunos miembros de la comunidad morisca con la finalidad de que acompañasen con sus zambras (danzas) al Corpus Christi durante su procesión por las calles de la ciudad”. Concluyó Otero que “los matices que forjaron las relaciones entre ambas comunidades no fueron pocos, y es ahí donde deben incidir las futuras investigaciones al respecto”.

Finalmente, Santiago Otero quiso terminar su participación en el acto agradeciendo iniciativas “como las del decano Eulalio Fernández y este ciclo, que debemos no sólo avalar sino apoyar imperiosamente, ya que fomenta lo que sólo las Humanidades pueden hacer: el espíritu crítico de la sociedad. La capacidad de proyectar un diálogo constructivo entre la sociedad civil, única capaz de presionar a sus líderes político-religiosos para un mundo de diálogo y conciliación entre culturas”.

Enrique Soria y Santiago Otero atendieron las numerosas preguntas y comentarios que planteó el público asistente deteniéndose en el binomio de la religión y la nobleza y desglosando asimismo algunas notas sobre comunidades concretas de la provincia de Córdoba que vivieron en Priego, Puente Genil, Montilla o Palma del Río.