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Miércoles, 22 de Febrero de 2017 11:15

Santos Juliá analiza la relación de España con Europa desde la Generación del 98 hasta finales del siglo XX

G.C.- F.G.L.
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Un momento de la clausura Un momento de la clausura

El catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED, Santos Juliá, ha sido el encargado de clausurar la duodécima edición del curso “La memoria de Europa en un mundo global”, que organiza el Aula de Religión y Humanismo, con la conferencia ‘España en el espejo de Europa’. Juliá ha analizado la relación de España y Europa desde la Generación del 98 hasta la entrada en la Comunidad Económica Europea. El acto, que ha tenido lugar en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras, ha contado con la presencia del vicedecano de Coordinación Docente, Investigación y Prácticas, Ricardo Córdoba de la Llave; y la coordinadora del Aula de Religión y Humanismo, María Dolores Muñoz Dueñas.

Santos Juliá ha recordado que a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando “se salía a Europa” desde España, ese periplo servía para utilizar los otros países del continente “como espejo para ver las diferencias” con nuestro país. “Más que pensar en Europa, pensábamos en España en relación a Europa. Se iba a París para comprender Madrid”, ha declarado sobre una generación que ha situado en torno al año 1914.

Para el historiador y sociólogo, esta generación la componían los nacidos en torno al año 1880 y había heredado un relato trágico de la anterior. A finales del siglo XIX existía en España la sensación de que la nación había llegado a su fin. “Muchos miembros de esa generación se fueron a Europa, a países co-mo Alemania, Francia e Inglaterra. Trajeron aprendida la lección y veían lo que le faltaba a España”, ha apostillado.

El profesor se ha referido a Azaña, quien señalaba que el problema de España era volver a la civilización europea. O a Ortega y Gasset cuando dice que “España es el problema y Europa la solución”. Estos políticos y pensadores encontraron una Alemania que destacaba por tener una “ciencia y una moral científica”; una Francia donde pudieron comprobar que las revoluciones del siglo XIX consiguieron poner al poder civil en las instituciones; y una Inglaterra cuyos ciudadanos se gobernaban a sí mismos.

La generación de los años 13 y 14, como ha explicado Santos Juliá, se consi-deraba heredera de Joaquín Costa y su interés por europeizar España. El resultado de las inquietudes de esa generación fue “una transformación radical de los modos de vida de los españoles”, con la reforma de las ciudades y sus planes de ensanche. No en vano, todas las ciudades “doblaron su población” entre 1910 y 1930, produciéndose una decadencia del campo. Por otra parte, mientras Europa vivía su Primera Guerra Mundial, mientras los europeos se “estaban matando”, España estaba “florenciendo”.

El profesor ha destacado que esta generación era claramente laica, en oposición a la anterior, que tenía miembros como Miguel de Unamuno, quien vivía en una permanente angustia para no perder la fe. Esa renovación se podía ver también en las “producciones culturales”, como demuestra el Pabellón Español en la Exposición Universal de París de 1937, diseñado por Luis Lacasa y Josep Lluís Sert, que albergaba obras de Picasso o Miró, entre otros.

Esos años fueron acompañados por dos experiencias políticas, como fueron la monarquía y la república. Sin embargo, “todo esto fue barrido” por otra visión de Europa que construirán los vencedores de la Guerra Civil. Curiosamente, el propio Azaña interpretó que la Guerra Civil era un enfrentamiento entre espa-ñoles “con alcance internacional”. Algunos historiadores han señalado que la española fue “la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial”. Como consecuencia, “se derrumba” la idea de Europa que había germinado en hacia los años 10.

Santos Juliá ha comentado que “muchos exiliados” creyeron que, con la derro-ta de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, los países europeos aliados ayudarían a España a reintegrarse, pero “nadie hizo nada” desde fuera por cambiar el país. Antes al contrario, una nueva generación de pensadores afines al fascismo -Ridruejo, Tovar, Laín Entralgo…- comienza a forjarse de la mano de Serrano Súñer. La idea era construir un estado fascista como en Italia, inspirándose en la España imperial.

En aquellos años posteriores a la guerra se suceden los textos inspirados en Alemania e Italia. Y cuaja la idea de que España tiene que pensar en América como algo que le pertenece. Son años en los que se publica el libro ‘Reivindicaciones de España’ de José María de Areilza. Pero, a partir del 45, indica Juliá que “se piensa en otra solución”, y pensadores como Laín Entralgo comienzan a pensar en España “como problema”. “Se piensa en el triunfo del cristia-nismo sobre el comunismo. La idea es que Europa volvería a su grandeza anterior al comunismo. Y en España se considera que se ha vencido al comunismo en la Guerra Civil”, ha manifestado.

El Franquismo intentó ofrecer a Europa la idea de que España se ha venido gobernando siempre de otra manera desde los Reyes Católicos. En ese momento surge otra generación con pensadores como Calvo Serer o Pérez Embid, quien cree que hay que ser “europeos en los medios y españoles en los fines”. En cierto modo, así se forja una corriente de ideas que se podría entroncar con el ya conocido eslogan “Spain is different” (“España es diferente”).

Frente a ésta aparecería otra generación que tendrá uno de los hitos en los Sucesos del 56. Son personas que terminarán por romper “la divisoria entre los que ganaron y perdieron” la Guerra Civil, con la consecuencia política de que lo que hay que hacer es “clausurarla”. Es una idea que emerge en los partidos políticos de la oposición, reforzada desde el exilio, donde se habla de “tender puentes” entre “las Españas". Para Juliá fueron tiempos, en torno a los años 50, en los que se intentó “fomentar el diálogo” y que tuvieron como resultado que España fuera hacia Europa. No se trataba ya, por tanto, de acudir a Europa con una actitud servil, sino reclamando que se pertenece a ella.

Por último, ha explicado que la entrada de España en la CEE a mediados de los 80 del siglo XX, sería interpretada como “un logro” y no como “un don otorgado”. “Fue un momento de euforia entrar en la Comunidad la consecución del sueño de aquella generación forjada en torno a 1914”, ha finalizado.

Más información: http://www.uco.es/catedrasyaulas/religionyhumanismo/
http://www.uco.es/cultura