Hace casi 90 años que Jesse Owens se convirtió sin preverlo en uno de los más claros símbolos de la discriminación racial. Mientras que en la Alemania de Hitler de 1936 echó por tierra la teoría de la supremacía de la raza aria, en Estados Unidos –su país natal– vivió el menosprecio del presidente Franklin D. Roosevelt, que se negó a recibirlo y otorgarle honores por ser negro. De hecho, éste y otros deportistas negros que participaron en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 no fueron homenajeados por EE. UU. hasta 2016 bajo el mandato presidencial de Barack Obama.